CONVERSACIONES CON LA DIÁSPORA -Comencemos a escuchar a la Diáspora, por qué estoy seguro de que la Nación que ellos sueñan, aún existe.
Mis Conversaciones con la Diáspora, me llevarían a Miami Gardens en una noche de verano, a encontrarme con la versátil y dinámica Sandra Witty-Fortunato.
Luego de una ligera introducción, fui espectador de una exquisita ponencia en asuntos de inversiones y seguros a un grupo de 30 fieles al optimismo, que co-conducía la destacada dominicana. Llegando el cierre de la intervención de Witty-Fortunato, la noche se vio patrocinada por una inusual y a su vez metafórica falta de energía eléctrica. “Qué curioso”, pensé, que a la dominicana se le fuera la luz. No obstante, sin perder el compás ni la atención de los allí presente, afronta la momentánea oscuridad, como entendería al final de esa noche, que es la forma en lo cual ella asume todo en su vida, iluminándola con tenacidad.
Pasada la intervención y los adioses a los allí presente, quien fuera la despierta niña de Azua, saca tiempo para que nosotros conozcamos su historia. Nos dicta que recuerda bien sus años de infancia en la media isla, pues esos días le ayudarían increíblemente, en los años que posteriormente viviera en Nueva York. Su relación estrecha con sus hermanas. La dimensión de las calles. Las sonrisas. La gente.
El intercambio cede a lo que sería la lección de este. “Al llegar, prepárate, emprende y lograrás más de sólo un ingreso o un sueño. No porque lo necesites, sino por que puedes.”
La autodenominada amante de los Yankees era más que la mujer que vi en escena esa noche. Ser el vínculo entre valiosas oportunidades de inversión era algo relativamente nuevo para ella. Sin embargo, transmitía un dominio increíble. Lo Vito peque a lo que ella se ha dedicado la última década es a ser una Investigadora Forense de la institución oficial a cargo de ese tema. ¿De esas que veo en CSI? Sonríe y me asegura. “Si, de esas mismas.” Que agradable sorpresa. Nuestra C.S.I. Dominicana.
Hay historias que se escuchan y las hay que se viven. Su paso de Azua a Nueva York y luego al Sur de la Florida ha sido una trayectoria ascendente, con ligeros retrasos, grandes sacrificios, algunas desilusiones, pero sobre todo ascendente.
Con ella entiendo que el haber sido buen estudiante no le asegura una carta de triunfo a nadie. Entendí también que, para triunfar en la vida, ayuda el tener una fuerte estructura de familia. Justo con una pareja que te apoye y te haga sentir siempre orgullosa, como lo es José Fortunato en su caso. Dicha que por igual debes complementar con la compasión, la transparencia y el liderazgo que porta la humildad hacia uno mismo y otros.
Seguía oscura la noche que rodeaba aquel banco, sin embargo, nunca hizo falta luz. Y no es solo era de ella la iluminación. Todo dominicano que llega aquí para hacerlo bien eventualmente asciende e ilumina.
Aprovechado de su impecable inglés, crucé los idiomas en varias ocasiones del intercambio. Como sabrán, nosotros los bi-culturales tenemos esa maña de hablar en Spanglish. Detalle que también noté que utiliza con sus hijos.
Cuando le pregunto sobre ellos, me certifica que “esos muchachos son dominicanos”. Es ahí donde llama a su varón y me lo presenta. Intercambio brevemente con él. Es súper agradable. Por lo que opto preguntarle, “Where are you from?”, a lo que sin titubear mira a su mamá en busca de permiso, y luego me responde, “Dominican”. Le sonrió y entiendo que la identificación con la Patria cruza generaciones. Hablamos de sus intereses brevemente, y noto que el joven está clarísimo.
Para cerrar, siendo la mujer de familia que es, Sandra muestra preocupación por los valores que se han perdido en la Patria. Quisiera ver ese respeto de antes, regresar a la sociedad dominicana.
Sin embargo, me asegura con unas últimas palabras, que su corazón no ha dejado su país de origen “¿Sabes que vamos los veranos y a veces hasta en navidad? Tenemos una casa allá, y eventualmente, es allá donde nos retiraremos.”
Terminando nuestra conversación, le aseguré que la nación que ella sueña, aún existe.
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