CONVERSACIONES CON LA DIÁSPORA -Comencemos a escuchar a la Diáspora, por qué estoy seguro de que la Nación que ellos sueñan, aún existe.

Esta semana me senté con una residente de más de 25 años del Bronx, la criolla, que naciera como Carmen Griselda Polanco, pero que, gracias a un vecino de la nueva Villa Juana de entonces, quien gozaba de la serie dramática “Renzo El Gitano”, reemplazaría sus nombres por el de Miosotis.

Fue tanto la identificación a lo largo de su infancia con el seudónimo del personaje de la novela, que no es hasta que llega al bachillerato, que cae en cuenta que su nombre en realidad era Carmen.

Miosotis, la hija del medio de las tres niñas que engendrara el matrimonio de Esteban el Chofer del INDRI y Juliana la enfermera, nos recuenta lo lindo que fue su infancia en la isla. Una que le permitió a sus padres estrenarles ropa cada cumpleaños, 25, 31 y Día de Reyes. Sin conflictos, ni tragedias, sino una niñez llena de cariño, oportunidades, vacaciones con la abuela en La Vega, disfrutando del campo y paseos por el Conde, que se complementaban con lecciones sociales del polígono que crea “La 20”, la “María Montés”, la “Juan Erazo” y el Cementerio. Dice haber aprendido más de los episodios que vio de manera diaria en aquel sector, que de las escuelas que le subsiguieron. Recuerda ver jóvenes universitarios desfilar hacia el entierro de uno de sus luchadores justos, al igual que ser testigo de cómo la clase trabajadora, forjaba actos empresariales informales, que aún hoy definen la economía de servicios e industria de ese barrio.

La inquieta joven de pelo castaño, hoy rubia, siempre fue aplicada en sus estudios. Ejemplo que lo confirma su beca educativa al Colegio Marilac, de donde se gradúa de bachiller a los 16, a pesar de su sana rebeldía con las monjas. Con el interés de abrirse oportunidades, doña Juliana inscribe a la joven Polanco en el Instituto San Francisco, para que se formara como Secretaria Ejecutiva, el cual luego complementaria con el inglés en APEC. Ahí conoce a quien sería el padre de su hijo, el Director de la Refinería de Sal y el que le facilitaría mediante relación, su primer importante trabajo, en las empresas del Estado, CORDE.

Para el ’86, separada, con hijo y tratando de identificar el próximo escalón, la joven que naciera con el nombre de Carmen Griselda, recibiría la noticia de su Mamá, que para la época estaba viviendo en EEUU, de que sus papeles de residencia habían llegado. Confiada en su inglés y apoderada de estudios de Administración de Empresas bien encaminados, ella sale para Nueva York ilusionada, en busca de ofertas superiores a esas que brindan las factorías.

Al llegar a la ciudad de rascacielos, se auto-plantea que solo estará de paso. Que su intención es lograr metas puntuales y regresar a su país lo antes posible, para disfrútalas. Sueña con apartamento propio y otro de inversión, al igual que una propiedad de retiro en la playa. Sus deseos son confirmados por ese primer triste invierno, donde se ve valorando las cosas pequeñas de su país. Su gente alegre; la música alta; las festivas Pascuas y las playas vírgenes. El campo.

Tal como hizo en la isla, en la nueva ciudad, Miosotis sigue su capacitación, inclinándose ahora por temas del área de la salud y la administración pública. Tal como se lo planteó. Evita las factorías e inicia como secretaria dentro del Departamento de Salud del Estado de Nueva York. Al poco tiempo, tal como le ha sucedido siempre, comienza a ver ofertas de promoción. Perón o se detiene ahí, sino que logra una licenciatura para afianzarse y más adelante una maestría, la cual consigue por medio de la ayuda que le brinda la unión de trabajadores. Ahí sí que despega, llegando a lo que es hoy. La Directora de Recursos Humanos del Organismo Estatal, teniendo bajo su supervisión indirecta, a más de 1,100 empleados.

Ya tiene 28 años en los Estados Unidos y aún sigue manteniendo su palabra de no dejar aquello. Visita la patria no menos de dos veces al año y dice a voz amplia y abierta, que nunca la ha olvidado. Ha aprovechado escenarios de inversión, llevado carros, comprado apartamentos y hasta un pequeño restaurante logró montar en su país.

A lo largo de su relato, conocemos a la mujer que siempre estuvo dispuesta y educada para la siguiente oportunidad. Ella es el ejemplo vivo del dominicano que sale de su país, no a buscar empleo, sino porvenir. Desde Joven, siempre estuvo pendiente de su formación, preparación y coyunturas, por lo cual pudo confiadamente pisar firme, cada vez que decidió avanzar. Y aunque en los meses recientes se siente desanimada con los acontecimientos de la nación y el deterioro de los valores de la sociedad en todos sus estamentos, ella quisiera poder transmitir esa misma idea de eventualidad a su gente. «Hay que estar preparado.»

Miosotis Polanco, la chica de Villa Juana, nos cierra la conversación diciendo que “no podemos seguir a esperas de que el gobierno lo resuelva todo. Vivir en Estados Unidos me enseñó eso.” Ella quiere que su país sea uno educado y capaz de anticipar las oportunidades tal como lo hizo ella. Para que todos en la patria, puedan dar pasos firmes hacia adelante. Hoy día, la chiquilla de Villa Juana, que inspiró a un vecino en darle el nombre de un personaje de novela, se ha convertido en una protagonista real.

Aunque goza de viajar por el mundo, dice que aún piensa retirarse en la isla. Incluso, en una casa de playa como se lo propuso. Pero que hoy ha puesto en marcha junto a un valioso miembro de esa diáspora de la Ciudad de los rascacielos, con quien comparte planes y el cual le ha seguido el canto, de querer lo mejor para su país y comunidad.

Terminando nuestra conversación, le aseguré que la nación que ella sueña, aún existe.
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