6 de febrero del 2020.

Auditórium – Congreso de los Estados Unidos.

Washington, D.C. – Estados Unidos

 

Disertante Invitado

El Estado De Los Dominicanos En La Florida

En el Evento, “Dominicanos en el Congreso 2020” (Dominicans on the Hill 2020)

Anfitrión, Congresista de los EE. UU. Adriano Espaillat por Nueva York

 

Discursado en Ingles.

 

Buenas tardes.

Congresista de los EE. UU. por el Estado de Nueva York, Señor Adriano Espaillat.

Estamos muy agradecido de que haya visualizado y por segundo año consecutivo, celebrado este encuentro de líderes nacionales de origen quisqueyano, “Dominicans on the Hill”. El ser orientado sobre lo que están haciendo y logrando otros dirigentes dominicanos, en la nación americana, desde sus puestos públicos, privados o comunitarios, es un gesto que más que enriquecedor, es uno lleno de mérito y cual fortalece nuestra diáspora. Sobre todo, para el porvenir de ella y nuestra nación de origen, República Dominicana. Cuánto estamos logrando señor Congresista. Mi Admiración.

Embajadora de los EE. UU. en República Dominicana, Señora Robin S. Bernstein.

Nos sentimos más que satisfechos, con la gestión que ha desempeñado como emisaria de los mejores valores de su nación. La compasión, la inclusión y la libertad de expresión está atado a su gestión. No es secreto para nadie que, en su particular e innovador ejercicio como representante del gobierno, el pueblo y la cultura de los Estados Unidos, su interés por conocernos ha hecho que sus acciones la hayan convertido en admiradora y promotora de la nuestra. Sin duda alguna, Usted ha sido la más completa y efectiva Embajadora en servir en ese cargo, en República Dominicana. Mi Respeto.

Embajador de la República Dominicana en los EE. UU., Señor José Tomás Pérez.

Congratulamos su desempeño, bajo las funciones de Embajador en esta gran nación, y en representación de la diáspora dominicana que vive en ella. Su política de accesibilidad y facilitación ha hecho de su gestión, una acorde con estos tiempos de cooperación y colaboración. Y representativa de los más antiguos valores dominicanos de hospitalidad, cofradía e intercambio. Una real referencia para futuro servidores de esa plaza. Mi Salutación.

Buenas Tardes líderes de la diáspora dominicana radicada en los Estados Unidos. Mi nombre es Rodolfo Pou y vengo del gran Estado de la Florida.

Que magno y significativo escenario este. Y pensar que hace apenas una década, no solo no soñábamos con tener uno de los nuestros despachando los asuntos del país desde aquí, sino que mucho menos nos cruzó por la mente que, centenas de nosotros, estuviéramos congregados en el Auditorio del Capitolio de la Capital de los Estados Unidos, en Washington D.C., conferenciando de, sobre y acerca de dominicanos. Realmente asombroso.

Y puede que hasta les parezca normal, el que hoy, yo, al igual que los otros colegas y compatriotas anterior a mis palabras, luego de haber gozado de importantes paneles de discusión, nos encontremos junto a ustedes aquí, con la finalidad de rendirles informes sobre el estado de los dominicanos en esta nación.

Escuchen eso. Qué atrevimiento. Rindiendo informes sobre el estado de los nuestros, en una región de los Estados Unidos. Aquí, en el mismo Congreso de Estados Unidos. Tengo que repetirlo. ¿Quién pensaría años atrás, o mucho menos imaginaría, que los dominicanos que una vez fueron vistos como mano de obra barata, obreros de respeto y palabra, que luego fueran tildados de forajidos y delincuentes, y más tarde como gitanos que nunca echarían raíces en esta nación, a pesar de haber superado negativas distinciones y desde hace décadas ya, haber estado importando talento, hoy día gocen de traer una atmósfera de líderes políticos, comunitarios y sociales, aquí? Pero para responder esa pregunta habría que considerar un vasto estudio antropológico de cómo llegamos, como hemos evolucionado y hacia dónde nos dirigimos, como pueblo y etnia.

Sin embargo, lo asombroso no es la complejidad que exhibe esa interpelación, sino lo que por ahí se avecina. Consideren esto. Porque la realidad que les voy a señalar está más cerca de lo que puedan comprender.

En poco tiempo, nuestro Congresista, podrá, satisfactoriamente encabezar un real caucus compuesto por legisladores dominicanos, en la Cámara Baja del Congreso. Eso démoslo por hecho. Estoy plenamente seguro de que, en los años venideros, Adriano Espaillat podrá ver a su derecha y a su izquierda, y encontrarse con colegas de origen dominicano. Y para asimilar y hasta aceptar eso, y el estado de los nuestros, desde un tan importante Estado como lo es la Florida, primero hay que entender la realidad americana.

A manera general, si la población latina en los Estados Unidos se midiera en términos de un país, por sí solo, tomando como referencia el Producto Interno Bruto, seríamos el séptimo del mundo. Para los que aun ignoran lo que se avecina, si aún no conocen a un latino personalmente, les aseguro que lo más probable es que brevemente se encontrará con la sorpresa de que tiene uno en su familia.

Para que nos ubiquemos, déjenme citarles las palabras de Eliana Musa, vicepresidente de Morgan Stanley. “La demografía de los Estados Unidos está cambiando drásticamente y para el año 2060 ya habrá 111 millones de latinos aquí. Entre los “milenials”, el segmento económico de más rápido crecimiento, son los latinos.

En lo referente a la propiedad comercial, el panorama de toda la economía de los Estados Unidos está cambiando. Hay 4.4 millones de empresas latinas en los EE. UU. Ellas representan una tasa de crecimiento del 86% de todas las empresas que se están creando. Aquellos que presten atención al segmento latino, seguirán siendo competitivos y serán líderes en sus respectivas industrias.”

Presentes. Esas son las palabras de una miembro de la directiva de las firmas financieras de mayor importancia e incidencia de este país.

Como un segmento de la esfera latina, la demografía nuestra, nos asegura eso. Y nuestro reciente fervor por hacer Patria en casa ajena, lo confirma. Por ello mi pensar sobre que el futuro nos guarda más Adrianos o Adrianas, es indiscutiblemente innegable.

Pero para llegar ahí, es necesario ponernos en frecuencia con lo que están viviendo nuestras comunidades. Justo en este momento, donde finalmente las poblaciones están aceptando que se puede comenzar a hacer Patria en esta nueva casa, sin tener que perder el sueño de algún día regresar a Dominicana.

Por lo que aprovecho este momento para exhortar a los líderes locales nuestros a que, si han de ayudar a sus comunidades a superar desafíos, elevar su influencia y capitalizar oportunidades, primero deben estar dispuestos a escuchar. Ahí inicia todo. Escuchando. Algo que a veces como dominicanos no solemos hacer.  A ello le agrego un valioso segundo paso. Entender su composición. Conocer los números que la definen más allá de lo demográfico. Es vital saber las cifras que te definen favorable o negativamente. Deben ser contables y analistas de todo aquello que pueda definirnos en una gráfica, en una tabla o en un esquema.

Le exhorto por igual, que, luego de atender los sentires de quienes piensan representar y digerir los dígitos que nos definen, alcanzado esos ejemplos, de inmediato deben identificar los recursos y activos. Tanto los conocidos por décadas, como los nuevos, que aún no se están capitalizando. Y con esos tres elementos, entonces cabe proporcionar una estrategia donde los líderes locales, puedan ser los canales a través de los cuales se puedan lograr como comunidad, prevalecer los retos que ella presenta, engrandecer su influencia y atesorar oportunidades.

En nuestro caso particular, luego de haberme pasado los últimos tres años escuchando y escribiendo desde y para la diáspora, me tocó entonces pasar a conocer el territorio inmediato en el que vivo. La Florida posee una población de 21.3 millones sobre un área de 65,755 millas cuadradas, las cuales están segmentadas en una estructura y representación política de 27 distritos legislativos para el Congreso de EE. UU. En el orden Estatal son 120 representantes y 40 senadores. A un nivel más local, tenemos 412 municipios incorporados con alcaldes, cientos de concejales y comisionados, así como 66 gobiernos de condado y 74 distritos escolares, cada uno con junta. En fin, una gran compleja estructura política y representativa.

Como población no somos significante, dentro del cuerpo político global de la Florida, porque encima de que no participamos en procesos electorales locales, apenas somos 116,792 los que podemos votar. Un aparente insignificante 5.3% del voto hispano. Aparente, porque no es del Estado entero que se trata, sino lo significativo que guarda ese número, cuando entiendes los distritos en los cual podemos tener incidencia, si es que finalmente comenzamos a votar. Y ese es el cambio de enfoque que quiero transmitir hoy.

En una tercera parte de esos 27 distritos legislativos que eligen a los representantes que llegan a Washington, los dominicanos con poder de voto han incrementado su incidencia entre un 7% y un 177% en esas demarcaciones. Un significativo suplemento, que obliga a los servidores públicos electos, a comenzar a notarnos como comunidad decisora.

Incluso, más allá de ser un creciente segmento poblacional, nosotros como dominico-americanos, poseemos un dispositivo clave y único. Uno que, muchas otras que nos llevan ventaja en representación política, no poseen, ni la van a poseer por lo que se vislumbrar para las próximas décadas. Y es ahí que llega el componente de saber sobre tus recursos y tus bienes.

Iniciemos conociendo que la República Dominicana es el sexto más importante socio del Estado de la Florida, con casi $US6 mil millones en comercio total. El año pasado, Florida exportó más de $US3.5 mil millones desde sus puertos marítimos y aeropuertos a la República Dominicana, ubicándolo como el primero, entre los 32 países de Centroamérica y el Caribe. Y el 40% de lo que República Dominicana compra de los EE. UU., proviene de Florida.

Un evidente poder económico que tenemos que comenzar a transmitir con intención política. Porque además de ese vínculo comercial, la República Dominicana también es parte de los planes de negocio de grandes empresas norteamericanas radicadas en el Estado del sol. Por ejemplo, más de 600,000 viajeros al año, vuelan desde uno de los aeropuertos de Florida a uno de los cinco de la nación dominicana, a través de sus 700 vuelos Non-Stop y Chartered, o los miles más, por medio de rutas con paradas, que 8 aerolíneas trazan, para llegar a Dominicana.

Y aunque novedoso, porque hasta hace un par de décadas, no se vislumbraba, la industria de cruceros, no se ha quedado atrás. El año pasado, más de 550 barcos salieron de unos de los puertos de la Florida, con cerca de 1.2 millones de pasajeros, teniendo a la R.D. como destino.

Pero los bienes de nuestra comunidad no se detienen ahí. A pesar de lo absolvente y excluyentes que son las plataformas políticas que representan los partidos tradicionales de la isla, lo cierto es que contamos con docenas de temáticas y complementarias organizaciones sociales sin fines de lucro que, complementadas con una cuadra de figuras en medios escritos, televisivos y radiales que van desde CNN, Univisión, TeleMundo, ESPN, MegaTV, junto a producciones para las televisoras locales y periódicos impresos y electrónicos destinados a la diáspora, la comunidad dominicana posee un capital del cual aún no se ha dado cuenta que puede y debe explotar.

Súmenle a eso, el cariño del segmento poblacional de mayor poderío, incidencia y representación en el Estado, los cubanos. Un apego sustentado sobre la historia que nos une, desde nuestros ancestros indígenas, hasta el surgimiento de su independencia y más allá. Una correspondencia que nos guardan los hijos de Martí, que no hemos sabido valorar.

Curiosamente, todos creen que los cubanos llegaron primero que nosotros al antiguo territorio español de la Florida. Pero según aseguró a los dominicanos en un intercambio público, el entonces alcalde de la Ciudad de Miami, el cubano Tomás Regalado, “a pesar de que se piensa que los cubanos fuimos los primeros latinoamericanos en llegar al Estado de la Florida, la realidad es otra. Ustedes llegaron primero. Los dominicanos estuvieron como comunidad, en el sur de la Florida, antes que los mismos cubanos.”

A pesar de ello y el resto del capital que nuestra diáspora posee y que hemos citado hoy aquí, solo hemos traducid esos patrimonios, a dos de los nuestros, siendo electas, en las más de cinco o seis décadas que tenemos en el Estado de la Florida. Ambos logros, prácticamente alcanzado en los últimos cinco años. Digna Cabral, quien actualmente sirve como concejal de la Ciudad de Doral y la pasada Representante Estatal, Daisy J. Báez, la primera dominico-americana en ser electa a un cargo Estatal. Lo triste del hecho es que, ambas postulantes llegaron ahí sin respaldo económico, electoral, institucional o moral, por parte de la diáspora dominicana que reside en la Florida. Ganaron sus contiendas sin apoyo de los dominicanos.

No obstante, nunca guardaron rencor ni excluyeron a la comunidad, de su logro político, ni de las facilidades que estuvieran a su alcance. Ambas son valiosas ejemplo de lo posible.

Entonces, ¿que nos toca hacer a los dominicanos que vivimos en las ciudades de Miami, Orlando, West Palm Beach, Naples, Fort Myers, Kissimmee y demás? Para fijar la trayectoria que asumiremos en lo adelante, conscientes de que debemos asumirla con responsabilidad y propósito, nuestra comunidad necesita un plan estratégico de inmediato. Uno desde donde se puedan fortalecer nuestras instituciones, que por igual termine en apoyar a nuestros líderes enfocados en tener mayor incidencia y representación en lo social, lo comunitario, lo institucional y lo político. Uno que dicte la importancia de dejarse contar en el proceso del censo y que por igual insista en que seamos activos participes de los procesos electorales que impactan a nuestras localidades.

Porque a pesar de los miles de profesionales dominicanos que viven en mi Estado y que a diario sobresalen en los campos de la salud, lo legal, lo educativo, lo financiero, la construcción, las artes la comunicación y otras decenas áreas de servicios, así como los dueños de negocios, nosotros como comunidad, aún no estamos claros de cómo e incluso porqué debemos esforzarnos por lograr una mayor y más significativa representación en puestos de alto liderazgo dentro de las instituciones pilares, públicas y privadas.

Es de suma importancia el habernos congregado aquí, pero es de mayor grado el que regresemos al Estado de la Florida, a reunirnos en foro, en audiencia y en serio. Sin colores, más allá de los que comparten las banderas de nuestra nación de origen o la de esta que nos ha adoptado. Porque luego de más tres generaciones de haber emigrado a este país, ya es hora de que comenzamos a entender que somos parte del tejido de la idea llamada América, querámoslo o no. Por el bien nuestro, por el bien de nuestras localidades, diáspora, Estados Unidos y hasta la misma República Dominicana. Muchas gracias.