CONVERSACIONES CON LA DIÁSPORA -Comencemos a escuchar a la Diáspora, por qué estoy seguro de que la Nación que ellos sueñan, aún existe.

Hace unos días fuimos invitado a la ciudad de Naples, en el oeste de la Florida, con motivo de la celebración del cumpleaños del dominicano Cosme Perez. Para sorpresa nuestra, al llegar nos aseguro que no me iría sin conocer parte de su historia y con ello, sostener una de mis Conversaciones con la Diáspora.

Desde el principio, supe que con Cosme Pérez, el intercambio sería diferente. Para sorpresa mia, este diálogo y pasadía de confianza, con el quisqueyano, conocido como el más servicial y conciliador por estos predios, y posiblemente el Estado completo, no se limitaría a el tan solo. Pues Cosme por igual, quería escuchar mi historia.

Iniciamos el intercambio en el escenario de New York, y con ello la lección que escucharía a lo largo de la Conversación. En lo que pareciera una simple anécdota, Pérez nos cede como en un momento en NY, cuando los nuestros querían mejores trabajos, el fue capaz de mostrarles que era posible. Lo que parecían ser restricciones para no-ciudadanos, con persistencia y astucia, el mostraría a su comunidad que aspirar en EEUU era posible siempre. Y más cuando pareciera necesario superar lo evidente.

Cosme nos cuenta como consiguió trabajo como chofer de bus público, más para lograr su propósito que por querer ese empleo. Un trabajo con pensión, beneficios y protegido por sindicato. Ahí la gran lección de su afán de vida. Al poco tiempo, comenzaron los Latinos a ser parte de los empleados de la Ciudad de NY y del Estado.

Rodolfo, me dice, “No hay trabajo que haga una persona originaria de los EEUU, que un inmigrante no pueda hacer. Lo he demostrado y lo sigo haciendo. Los latinos deben todos saberlo.”

Sus experiencias se extienden por décadas y sus aportes a su comunidad por igual. Desde New York a la Florida siempre ha creado espacios de desarrollo para que los latinos y en especial sus compatriotas, puedan aclarar su estatus migratorio y encaminarse en sus pequeñas empresas.

Su condición de pionero en Naples, confirma las docenas de invitados de todos los países, que allí se presentaron, a festejar su natalicio. Todos con una historia y un relato de como Cosme Pérez le había enseñado el camino.

Cosme Pérez, quien naciera como dominicano, se forjará entre la UASD y Columbia, en su afán por ayudar al prójimo, ha pasado de chofer de bus público, a líder socio-comunitario, a micro-empresario, a contador, a historiador, a caballero noble, a promotor cultural de lo nuestro, a gerente de bienes raíces, a dirigente del Club de Leones… a Amigo.

El hombre que ha vestido múltiples atuendos, ante todo se define quisqueyano. Condición y designación que promueve en sus discursos y presentaciones a través de su Fundación Quisqueya.

Pero sea el nombre que asumamos o aquel que debiera ser, Pérez nos confirma que SU PAÍS, lo lleva en el pecho y en sus acciones. De eso me aseguró. Y sobre todo de que aún tiene fuerza para ayudar a otros. Aquí en EEUU y en la Patria.

Terminando nuestra conversación, le aseguré que la nación que el sueña, aún existe.
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