CONVERSACIONES CON LA DIÁSPORA -Comencemos a escuchar a la Diáspora, por qué estoy seguro de que la Nación que ellos sueñan, aún existe.
Tenía tiempo que no visitaba el Centro del Estado de la Florida, pero al conocer sobre ella, supe que tenía que ampliar la agenda, y conversar con esta valiosa santiaguera. Con la ayuda de intermediarios, logré el privilegio de ser invitado a la casa de la denominada por sus propios colegas como Decana de la Comunicación Dominicana en los Estados Unidos. La mítica Zunilda Fondeur.
Abrir puertas es de nobles. Abrirlas esperando nada a cambio, es de excepcionales. Esa sería la gran lección de este encuentro.
Hacía mucho calor y humedad en Orlando ese día. Pero la tarde pintaba fresca y ligera. Llegamos temprano, pero pasado ese tiempo donde sabes que el día no te va a rendir, por lo mucho que representa este tipo de cita que amerita mucho más tiempo del que significó este primer intercambio.
Desmontados del vehículo, abordo su hogar, cortejado de antiguos estudiantes, hoy todos profesionales de primera. Ella sale y los que me acompañan nos introducen de manera personal. Soy recibido como un hijo lejano. Un abrazo le acompaña. Y carcajeando les comenta a los presentes, “¡Míralo! ¡Si tiene la sonrisa de un niño!” Gira la vista de nuevo a mí y señala. “Me agradas. Y bienvenido a mi casa. Ven pasa”, me dice.
Pasado el preámbulo y acomodados en aquellos espacios eclécticos, ella hace un aparte y me dedica tiempo. Luces de navidad cuelgan de su sonrisa, y a no menos de tres líneas de iniciar mi diálogo, como la maestra que es, corrige mi español entendiendo que lo hacía desde un lugar motivador, necesario siempre para una persona bi-cultural.
Me cuenta que llega a Estados Unidos como todo otro dominicano, creyendo que viene en busca de ese mejor yo. Pero para ella y su espíritu, la realidad de su historia me cuenta otra cosa. Que en realidad viene en busca de crear espacios para que otros sean mejores de lo que aspiran. Para que otros puedan soñar y realizar. Ella ya era una triunfadora, llegó aquí triunfante y siguió siéndolo al poco tiempo de llegar.
A su arribo a los Estados Unidos, sus virtudes le permitieron colocarse prontamente como lo que es, otro orgullo para todos nosotros en la Diáspora en los Estados Unidos.
A pesar de poseer iniciativa para arrancar, decide complementar esa llegada con estudios. Nunca deja de aprender, logra títulos de todo tipo. En Hostos Community College, la Universidad Hispánica de América, Universidad Interamericana, el International Career Institute y en la Pan American Travel School, por no citar todas las demás que añadieron conocimientos a esta máxima representante de los periodistas dominicanos en el exterior.
Es Periodista, Locutora, Productora, Presentadora, Maestra de Ceremonias, Corresponsal de varios medios, Filántropa, Empresaria, Activista Comunitaria a todo dar, Líder Gremial y Pilar de su comunidad, para aquellos que no la conocen, es solo una muestra para que logren entender su alcance. El que lo ponga en mayúsculas no es casual. Su trabajo ha sido reconocido y galardonada por Instituciones, congresistas y presidentes. Pero entrar en el desarrollo de su currículo es evitar la magnitud de la persona.
Nuestro intercambio siguió la tarde entera. A veces sentados. A veces compartiendo comida con sus antiguos alumnos. Otras caminando el patio y viendo sus hortalizas e inclusive charlando y mutuamente apoyando nuestras ideas.
Los pretéritos perfectos que estaban presente esa tarde calurosa me hablaban de una persona sólida y abierta. Del digno ejemplo del dominicano triunfador fuera de su país. De una luchadora que como el resto de los que vivimos aquí, lo hacemos porque la patria aun no puede proveernos de aquello que nos llena. De un ser que mide el tamaño del pastel, para asegurarse que siempre habrá para más de uno. De una patriota que no sabe ver a su nación como incompleta, sino como creciente.
En ella, a pesar de los escritos y libros en los cuales aparece, la grandeza profesional de la comunicadora de la diáspora guarda su valor en la cantidad de puertas que ha abierto en favor de los demás.
Si conoces algún periodista dominicano en los Estados Unidos, pregúntale sobre la Fondeur. Ellos completaran la gran y excepcional historia que todos conocen. Yo por mi parte tuve la dicha de conocer a Zunilda, la persona aún más grande. Aquella que a pesar de haber partido hace casi cuatro décadas aún se llama dominicana. Aun se presenta como tal. Aún sigue siendo eso, una feliz y realizada dama del Primer Santiago del Nuevo Mundo, con añoranzas y con la convicción de que «ha valido la pena el esfuerzo», lo que la ha dimensionado a la posición que ocupa entre su clase, la de Dama de la Comunicación Dominicana en los Estados Unidos.
Terminando nuestra conversación, le aseguré que la nación que ella sueña aún existe.
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