CONVERSACIONES CON LA DIÁSPORA -Comencemos a escuchar a la Diáspora, por qué estoy seguro de que la Nación que ellos sueñan, aún existe.
Ayer me senté a conversar largamente, con Héctor Mercedes, quien es propietario de Milly’s Dominican Resturant, el más destacado y visitado establecimiento dominicano de su tipo.
El empresario de la gastronomía criolla es oriundo del Yamasá, para luego en su adolescencia trasladarse a la Capital al Barrio Los Trinitarios, de la Zona Oriental. De ahí vía en busca del sueño americano, en el ’82, a trabajar en las cocinas de los Restaurantes de Nueva York.
Aprendí del intercambio, cómo incluso antes de partir, había considerado la milicia, ya que era hijo de «guardia». Pero el Ex-Cadete de la Fuerza Área tenía otros planes. Por difícil que les parecieran a otros, él quería venir y triunfar en los Estados Unidos.
Ese mismo año, fue castigado por un enorme frío que, a pesar de ello, el mismo no pudo distraer su enfoque. Entendía la importancia del idioma y consciente de que este país le tenía grandes recompensas, se dedicó a plenitud. Con un humilde, pero buen plan en mano, inicio sus cursos de inglés y tuvo como primer trabajo, aquel que dignifica a todo inmigrante, en la cocina de un Restaurante.
A poco tiempo, su dedicación y esfuerzo le ganó un ascenso a Ayudante de Bar. Aprovechó esta experiencia, para conocer más sobre el negocio de la comidas y bebidas.
Después del año, con su primer cheque de impuestos, viajó a Santo Domingo y formalizó con quien aún hoy es su esposa, Milly.
A su regreso, seguiría destacándose en sus laborales, hasta ligar un nuevo trabajo en el Sheraton Center y los Salones de Ejecutivos de Merrill Lynch. Allí recuerda con orgullo, haberle servido a importantes Ejecutivos, al Ex-Presidente Ford y al General Colin Powell.
Pero como todo dominicano en el exterior, Mercedes también tuvo un segundo y tercer trabajo. Cada noche, al salir a la 1am del Restaurant, manejaba un taxi hasta las 5am. Este esfuerzo le permitió ahorrar dinero y en poco tiempo también, lograr tener su propia bodeguita.
Si un concepto lo describe, es la lección que me cedió al decirme, «Rodolfo, paso por paso las cosas se logran. Los logros son el resultado del trabajo».
Su traslado a Miami vino por una casual oferta de compra de una Cafetería que le identificara su hermano, quien vivía aquí. Esa experiencia daría frutos de inmediato. Y en par de inviernos más, Héctor sabía que Miami era un mejor destino. Incluso, se le parecía a Santo Domingo.
Con el tiempo, llegaría a tener 3 Restaurantes, pero su niña querida y la única que le queda, es su Milly’s Restaurant en la famosa Calle 8, el cuál este próximo junio, cumplirá 21 años en el mismo lugar. Este centro de comida dominicana ha trascendido las culturas, para convertirse en el lugar a visitar por los famosos y para mi sorpresa, el Restaurante Oficial en Miami, de las Grandes Ligas. Es decir, Milly’s es el que les suple la comida a los equipos visitantes.
Entendí muy pronto el porqué de esa decisión de las Major Leagues. Les confieso que, aunque el cartel en la pared del New Times no lo indicara, el mofongo con cerdo frito que me comí es el mejor que he tenido en esta ciudad.
Para cerrar nuestra larga conversación, Héctor me dijo sentir «un gran orgullo y compromiso con ser una referencia de su comunidad.» Y aunque no tiene en mente regresar a vivir a la isla, considera necesario que existan políticas más definidas para favorecer a «los ausentes» que si quieran regresar.
Dice también que cree que la vida es más cara en RD de lo que debiera ser. Teme, además, la falta de seguridad en la isla. Pero tiene «fe en que los hombres que dirijan la nación sean capaces de corregir las faltas de servicios, educación, salud, seguridad y oportunidades.»
Terminando nuestra conversación, le aseguré que la Nación que él sueña, aún existe.
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