En un mundo donde las patentes científicas, las de diseño y las de utilidad rigen las riquezas de una nación –en conjunto con la innovación industrial y las plataformas tecnológicas e informativas–, es importante señalar que ya no es necesario robarle cerebros al Tercer Reich.

El título de este artículo posee un juicio soterrado el cual igual a a los inmigrantes de una nación al valor de la moneda donde conviven. No es secreto que todos llevamos impregnados una concepción generalizada que dicta que el mayor valor de los inmigrantes es uno atado directamente, primeramente y efectivamente, al hecho de que son mano de obra barata.

El 40 por ciento de las principales 500 empresas de los Estados Unidos, (Fortune 500), fueron fundadas por inmigrantes o sus descendientes.

Que ellos son los que realizan tareas que los nacionales consideran deshonrosas y vergonzosas. Sin embargo, el artículo a continuación no surge de ese prejuicio. Este viene de un lugar totalmente diferente, casi desde del otro lado del espectro si se quiere.

Inspirado por segmentos de un debate de hace media década, y que sigue siendo compartido desde tiempo en las redes sociales y los chats grupales donde participa el físico Michio Kaku, es que opto por desarrollar este artículo. Con el título La ciencia es el motor de la prosperidad, inician los casi tres minutos de escenas azulosas de un video semi gastado, donde el científico nos comunica la valía de un grupo específico de inmigrantes de la nación americana.

Y lo hace desde un punto de vista totalmente inesperado. Este japonés-americano, comienza su argumento describiendo el liderazgo científico global que posee los Estados Unidos, como uno atado a “un artefacto poderoso, un arma secreta llamada la H-1B.”

Es sorprendente aprender de su boca que, “en lo referente a la revolución de la información y muchas de las ciencias afines, los Estados Unidos no posee las bases de un sistema educativo para apoyarlo ni mucho menos otro acorde con su posición en el mundo. La realidad es que su enseñanza pública sobre las ciencias está quebrada y que en el mejor de los casos”, –nos dice Kaku--, “la ve insignificante.”

El arma secreta: Genios y H-1B

El controversial físico nos dicta en esos minutos iniciales del video compartido la realidad del marco de instrucción científica que existe en la nación americana. Y que, a su vez, es uno solo comparable con los esquemas académicos de países del Tercer Mundo, si es que aún se nos refiere como tales.

Entonces surge la pregunta. Si esa es la realidad, ¿cómo se justifica el Valle de Silicona y sus grandes aportes en las últimas tres décadas? Aceptando que Estados Unidos sigue siendo una potencia tecnológica y científica, a pesar del supuesto déficit educativo y el incremento del índice de la estupidez al cual muchos analistas se refieren, ¿cómo es que aún sigue siendo líder en esos campos? Ahí es cuando retomamos de nuevo el principio del “arma secreta llamada la H-1B.” Una Visa para Genios. Una autorización de trabajo, para inmigrantes con “ocupaciones especializadas.”

En su mayoría, exclusivas a las áreas tecnológicas y científicas, pero no limitadas a ellas. En otras palabras, los estudiantes extranjeros que vienen a los grandes e importantes centros superiores de pensamiento y educación potencialmente pueden continuar el estilo de vida que llevaron en sus años mozos, extendiendo su estadía, luego de graduarse de la universidad.

El arsenal técnico-educativo

Por ende, EE. UU. luego de prepararlos ofrece a estos “genios” o profesionales especializados quedarse a residir, obteniendo de ellos a cambio lo mejor que el mundo tiene que ofrecer a la nación en materias tan importantes como la biotecnología, la arquitectura, lacontabilidad, las matemáticas, el derecho civil, cualquiera de las ingenierías, la astrofísica, la medicina, las artes en general y por qué no, hasta la teología. Por ello la denominación de “Visapara Genios”.

Tal como sucedió tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los países victoriosos que lograron quedarse con los cerebros más talentosos en las ciencias fueron los que se convirtieron en las potencias globales. Hoy día, donde las guerras son eternas y los pensadores son escasos, los principales centros formativos y docentes son la fuente de ideas que cumplen con la primera parte de ese propósito. Y en un mundo donde las patentes, la innovación y las plataformas tecnológicas e informativas, rigen las riquezas de un país, es importante notar que, ya no hay que robarle científicos alemanes al Tercer Reich.

El solo hecho de abrir las puertas de MIT, Cal-Tech, Yale, Harvard y Stanford, para posteriormente cederle una “Visa de Trabajo” a los genios extranjeros que las mismas produzcan, es más suficiente para mantener el dominio económico, tecnológico y científico en el mundo.

Economías emergentes

Los inventos y las innovaciones que ellos forjan determinan el crecimiento en el capital nacional con la creación de nuevos empleos y en muchos de los casos, nuevas industrias. Casi la mitad de todos los “genios” beneficiados por esta Visa proceden de áreas tecnológicas o de consultoría.

“En esta nación”, –nos informa el físico japonés-americano– “la mitad de los candidatos a doctorados son personas nacidas en el extranjero.” De igual forma insinúa a los lectores que con las actualizaciones comerciales y comunicacionales alrededor del mundo,“los graduandos que ya llevan tiempo optan por regresar a sus lugares de origen”. Por ello es evidente el crecimiento de industrias y economías emergentes en las décadas recientes.

Impulsado por un nuevo cuerpo de emprendedores e innovadores ya la India, Japón, China y la misma Corea del Sur se han convertido en potencias globales en la mayoría de los órdenes económicos de ciencia, tecnología y la comunicación. Y no está demás agregar que las iniciativas de muchos de esos emprendimientos salieron de las aulas de los Estados Unidos o de los inversionistas que apoyan esas innovaciones.

Empresas de inmigrantes

Así como veo a los inmigrantes como el capital de países desarrollados, así mismo veo a las patentes que estos crean como las divisas de estas. Y aunque en el título de este articulo oculto un acomplejado prejuicio que todos llevamos incrustados, basta con observar las segundas y terceras generaciones de nuestras diásporas. Sólo así habremos de entender que el mayor valor de los inmigrantes no es el hecho de que seamos mano de obra barata ni que ejecutamos oficios que los nacionales consideran vergonzosos. Al contrario, porque demostramos ser una fuente que sabe capitalizar las oportunidades que tiene para ofrecer toda nación que nos cobija. Un reporte del diario Huffington Post indicó hace poco la probabilidad de que cada nuevo negocio sea creado doblemente por un inmigrante en vez de un ciudadano nacido en Estados Unidos. De hecho, más de cuatro millones de personas son empleadas por empresas creadas por miembros de diásporas. Entre las empresas americanas fundadas por inmigrantes están Procter & Gamble, la hoy AT&T, Google, EBay, Radio Shack, Comcast, Yahoo!, Intel, Tesla, Capital One, Goldman Sacks, Colgate y Dupont, para mencionar sólo algunas.