“La República Dominicana es la novena economía más grande de Latinoamérica y la más grande de toda la Región del Caribe y Centro América.”
Así inicia el párrafo descriptivo de nuestra nación, en la página Wikipedia. No comienza por definirnos como un pueblo multicultural, de una docena de tonalidades de piel y muchos más ejemplos de tolerancia. No precisa que somos un pueblo sonriente, con más acentos que valles en la isla. No señala que vivimos la vida en espera de un mejor mañana y que bailamos nuestras penas. No cita que exigimos con lucha, los respetos que se nos niegan y tampoco indica que las amenazas de desastre natural son motivo para fiesta.
Esas cosas y otras más que no se detallan en Wikipedia, las podemos encontrar en secciones más abajo de esa página y en los pensares de nacionales de otras playas, que creen conocernos. Conociendo la idiosincrasia nuestra, seguro estoy, de que de los estudios y los reportes internacionales que dictan que estamos entre los peores en unas cosas y en estado de emergencia en otras tantas, de eso si sabemos todos. Pero esos no son los que quiero enfocar en este momento.
Para esos existen decenas de portavoces. Y ese no es la visión de mi punto de vista.
Regresemos a la designación con lo cual iniciamos este ejercicio. El hecho de que encabezamos las economías del Caribe. Aunque para varios dominicanos esa calificación, es una con la cual no se pueden identificar, ya sea porque no la sienten, no la creen o no la saben, en verdad, no podemos ni debemos pecar de desinformados. Veámosla como algo positivo y no necesariamente como una fuente de rencor. Hemos trascendido mucho en el orden comercial. Y lo hemos hecho en muy poco tiempo.
Muchos, incluso pensarían, que ser el principal o el noveno es apenas un número, con el cual se nos está definiendo. Sin embargo, esa calificación que anuncia que nosotros los dominicanos, somos los primeros en algo más allá del béisbol, nuestras playas y música, es más significante de lo que podemos apreciar a simple vista. Esa línea con la que Wikipedia inicia su definición de nosotros, es una conclusión justa, a la que llega, luego de compararnos con otras 31 naciones, según cifras del Banco Mundial.
Mirémoslo de esta forma para que sea más impactante. Somos superiores económicamente a Bermuda, Islas Vírgenes de Inglaterra, las Caimán, Cuba, Dominica, Aruba, Bahamas, Barbados y seguimos contando. Superamos sobriamente a Puerto Rico, Saint Kitts & Nevis, Grenada, Guadeloupe, Haití y Jamaica también. Hemos rebasado a Anguilla, Antigua y a Barbuda también. Y no nos quedamos ahí, sino que además trascendemos en patrimonio y riqueza, a Martinique, Montserrat, las Antillas Holandesas, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Saint Lucia, Saint Vincent, Belice, Guatemala, El Salvador, Panamá y hasta un par de pueblos más.
Es cierto que nuestro país tiene sus retos sociales, frustraciones políticas y decepciones judiciales. Estas son parte de toda democracia y economía en periodo de adolescencia. Los estadounidenses se refieren a ella como “Growing Pains”. Aquellos dolores que vienen con el crecimiento. Inevitables, pero no por ello justificables.
Por el momento, regresemos a cómo es que somos el primero y noveno a la vez. La respuesta es simple. Nuestro Producto Interno Bruto (PIB) es de US$144 Billones de dólares. Coloso entre las economías de las naciones de Centroamérica & el Caribe y el noveno entre las más de 45 naciones, territorios y dependencias de Latinoamérica. Una cifra respetable y exclusiva, a no más de un puñado de naciones.
En ese mismo orden, vale señalar, que el intercambio comercial total con los Estados Unidos es de US$11.8 Billones, definiéndonos así, entre los más importantes socios comerciales de toda la región citada. Nosotros somos la pieza fundamental y la más atractiva del Acuerdo CAFTA-RD. Y aunque de manera individual esa relación de intercambio es económicamente dispareja, donde la nación dominicana importa unos US$7.1 Billones y los EEUU exportan desde nuestra media isla, unos US$4.7 Billones, aún es una trascendental y significativa suma, visto que nos sitúa entre el 20% de las naciones que ejercitan la mayor cantidad de negocios con la nación norteamericana.
Ahora. ¿Hacia dónde me dirijo con esta información? Pues… “Dentro del marco de una democracia ininterrumpida de más de 50 años, de cuya dos más recientes décadas se ha gozado de una envidiable e indiscutible estabilidad y crecimiento económico, esta nación caribeña se está comportando cada día más, como un centro fértil para el comercio internacional… donde los dominicanos nos hemos visto afianzados en un sostenido y valioso manejo de colaboración, cooperación, integración e inclusión en los más importantes temas y quehaceres regionales, de orden técnico, económico, político y social.” -Este señalamiento viene de un artículo que publiqué recientemente. Y cuya cita sirve de antesala y motivación para escribir este otro.
Confirmado nuestro estratégico posicionamiento político-regional, al igual que la escala e importancia económica que poseemos, agreguémosle a eso, el valor demográfico que representan los quisqueyanos en los Estados Unidos. A la fecha de hoy, ya hemos alcanzado la prominente posición de ser el quinto grupo hispano de mayor población en esa nación. Superados solo por los residentes de origen mejicano, puertorriqueño, cubano y salvadoreño, los hijos de Duarte, hemos alcanzado la determinante cifra de más de 1.8 Millones de descendientes.
¡YA ES HORA DE TENER UN EMBAJADOR A NUESTRA ALTURA!
Que mejor momento para fortalecer este ascendente compromiso entre pueblos, que este de ahora. Ya que por décadas el pueblo dominicano ha sido salpicado con figuras discordantes, desconsideradas, desafiantes, denigrantes, y displicentes, que más que representar los intereses de esa nación, han llegado a la nuestra, con valores vedados.
Pareciera que dentro del marco de este “Mundo de Bizarro” que dicen muchos está viviendo políticamente los Estados Unidos, es que se presentaría la revalorización de nuestra relación, por parte de esa nación.
No vale la pena citar las recientes experiencias, sí, es posible aspirar a mejores relaciones. Y aunque no es que hayan sido malas del todo, pues hemos tenido sus pequeños momentos de luz, lo cierto es que nunca ha sido especial nuestra relación con los del norte, algo que creo que ellos también ya tienen que aceptar.
Es que, con el aparente nuevo enfoque diplomático del Departamento de Estado de los EEUU, nosotros podríamos salir más favorecidos y aventajados que en décadas antes. Apoyado en nuestra relevancia, sería idóneo sacar de ella, una relación mayormente digna, de respeto y a la altura de aliados comprometidos, donde los dominicanos pudiéramos esperar una representación más acorde con nuestra cultura y valores.
¿Fuera mucho afanarse en que fuese un velador de los derechos y las injusticias? ¿Fuera mucho apetecer a que sus tradiciones y valores fueran similar a las nuestras? ¿Fuera mucho ambicionar a que su fe estuviera acorde con la de la mayoría de los dominicanos? ¿Fuera mucho ansiar que fuese un individuo transparente, accesible y sin agenda? ¿Fuera mucho anhelar a que nos respetara? ¿Fuera mucho aspirar a que fuese de descendencia latinoamericana?
La política internacional no se determina con “ojalas” ni “fuera mucho pedir”. Tampoco estos puestos se determinan por presencia demográfica o la magnitud del comercio común. El puesto de Embajador es uno cuyo principal objetivo es velar por los intereses de la nación que representa. Y aunque en concepto eso debiera estar sujeto solo a esa realidad, lo cierto es que nunca lo es. Mucho menos cuando ese representante es tu principal socio comercial y es la primera potencia del mundo.
En resumen, es cierto que nuestro país tiene sus retos sociales, políticos y judiciales, pero ya no somos el país que fuimos, ni tampoco somos el país que seremos. La República Dominicana es una democracia aun madurando, con luchas de valores y el derecho a la opinión individual y colectiva. Con ambiciones a veces desmedida, pero con valores indestructibles. Con la novena economía más grande de Latinoamérica y la más grande de toda la Región del Caribe y Centro América. Coloso entre las riquezas naturales y más aún en sus recursos humanos.
Los dominicanos que vivimos en los Estados Unidos, ya no somos un segmento social que se pierde entre cubanos y puertorriqueños. Hemos elegido congresistas y representantes estatales, incluso algunos originarios de la Patria. Con nuestras voces y votos hemos asegurado alcaldes y concejales, asumiendo una mayor presencia e invirtiendo tiempo y dinero en cada Estado de la nación americana.
Somos un sector vibrante, que ha decido movilizarse y exigir su espacio, pues ya contamos con una fuerza política y económica que trasciende nuestra media isla, y ya ha alcanzado la quinta posición entre los grupos hispanos de los EEUU, con 1,800,000 residentes.
De que eso influya o no, está en otros determinarlo. De lo que si estoy seguro es que ya debemos tener un Embajador a nuestra altura.